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domingo, 28 de marzo de 2021
50 evidencias científicas sobre el Covid-19. Mis conclusiones al Informe de Revisión Científica Covid-19 de Biólogos por la Verdad
1. 1-Combatir los virus es, además de una pérdida de tiempo, atentar contra la vida en sí misma. Los virus forman parte de nuestro genoma.
2-El SARS-CoV-2 fue producido en un
laboratorio, ya que contiene material genético de perro, murciélago, pangolín y
ser humano. La ‘barrera de especie’ hubiera frenado la transmisión de un virus
natural entre seres tan diferentes.
3-El SARS-CoV-2 no infecta los pulmones
ni las vías respiratorias, tal y como admite el Ministerio de Sanidad.
4-La Doctora Schmied apenas
encontró virus en las observaciones que realizó a pacientes con Covid-19. Los
pocos restos virales que encontró eran de adenovirus, no de coronavirus.
5-El SARS-CoV-2 se parece mucho al
resto de coronavirus endógenos humanos asociados a enfermedades comunes.
6-Los síntomas de los enfermos de
Covid-19 son propios de enfermedades comunes connaturales al ser humano.
7-Los síntomas de la Covid-19 también
pueden ser compatibles con la reacción del organismo frente a determinados agentes
externos.
8-La Covid-19 no es más contagiosa
que la gripe. Una persona con Covid-19 tiene un promedio de contagio de 1,01;
el promedio de contagio de la gripe estacional está entre 1,2 y 1,5.
9-No hay ningún estudio que
demuestre que las personas sin síntomas de Covid-19 tengan la capacidad de
infectar el virus. La OMS afirma que es muy raro que un infectado asintomático
contagie a otra persona.
10-La transmisión aérea del virus no
está probada.
11-La Covid-19 no es una enfermedad
que se transmite por las mucosas, como es el caso de las vías respiratorias,
sino por la sangre.
12-La OMS admite que las mascarillas
no sirven para prevenir la gripe estacional, y sabemos que el virus de la gripe
es muy similar al SARS-CoV-2.
13-Los virus son demasiado pequeños
como para ser atrapados por una mascarilla.
14-Los estudios describen que los
niños que pasan muchas horas en el colegio con la mascarilla sufren todo tipo
de efectos adversos.
15-Los países que no han tomado
medidas restrictivas para frenar la Covid-19 tienen mejores resultados, o muy
parecidos, a los países que han impuesto medidas más restrictivas.
16-La explicación que dan las
autoridades sanitarias a la extraña desaparición de la gripe no se sostiene: si
las medidas restrictivas no sirven para frenar la Covid-19 (tal y como
demuestran las estadísticas), tampoco deberían servir para frenar la gripe
estacional.
17-Solo hay que brindar una
protección especial a los ancianos y a las personas con patologías previas.
18-El contacto social es fundamental
para reforzar el sistema inmunológico.
19-Las pruebas PCR se pueden
programar para aumentar o disminuir el número de “contagiados” a voluntad; a
mayor número de ciclos, mayor número de positivos.
20-Los protocolos sanitarios para
frenar la Covid-19 fueron contraproducentes: el aislamiento de los ‘positivos
asintomáticos’ y el cierre de los centros de atención primaria provocó el
colapso hospitalario.
21-La medicina institucional ha
explicado la muerte por Covid-19 por 3 causas distintas: neumonía intersticial
bilateral, tormenta de citoquinas y trombos.
22-La relación entre muertes
porCovid-19 y trombosis se ha podido descubrir gracias a las autopsias realizadas
por médicos italianos que se saltaron el protocolo de la OMS que impide
realizarlas.
23-Las autoridades “olvidan” que la
gripe estacional colapsaba cada año los hospitales de España.
24-La tasa de mortalidad de la
Covid-19 en el País Vasco es de 4,77% y la de la gripe estacional era del
5,26%, unas estadísticas muy similares.
25-La efectividad de la vacuna de la
gripe estacional es de tan solo un 50%.
26-Hay 6,4 veces más posibilidades
de morir de Covid-19 si se está vacunado de la gripe estacional.
27-La ‘primera ola’ de Covid-19 se
produjo poco después de la campaña de vacunación de la gripe estacional.
28-Entre los agentes externos que
podrían estar causando o agravando la Covid-19 están los adyuvantes de la
vacuna de la gripe estacional, como el polisorbato 80.
29-Los casos graves de neumonía
bilateral en pacientes Covid pueden estar relacionados con la vacuna estacional
de la gripe.
30-La similitud entre los elementos
introducidos a través de la vacuna y diversos componentes genéticos del huésped
puede dar lugar a un mal funcionamiento del organismo y causar todo tipo de
reacciones adversas graves.
31-Aunque no modifiquen el código
genético, no está probado que el ARN mensajero que contienen las vacunas
experimentales no pueda afectar al ADN y poner en peligro la salud de las
personas inyectadas.
32-Entre las posibles reacciones
adversas graves de las “vacunas” contra la Covid-19 se encuentran (sin contar
los riesgos que generan lo adyuvantes):
-
Problemas en el desarrollo de la placenta.
-
Afectaciones en el sistema inmunológico (que serán
más graves en pacientes con diabetes tipo I o esclerosis múltiple).
-
Afectaciones en los testículos.
-
Degeneración neurológica que puede causar
Alzheimer o ELA.
33-Las estadísticas de ‘infectados’
son en realidad estadísticas de personas que han dado positivo a una prueba
inespecífica e ineficaz. Si aumenta el número de pruebas PCR realizadas, se
incrementa también el de ‘positivos’.
34-Las estadísticas referentes al
número de ‘positivos’ deberían realizarse en relación al número de personas que
se han sometido al test. Habría que valorar también el número de ciclos usados
en la prueba PCR.
35-Que las estadísticas de
incidencia acumulada se hagan cada 14 días no tiene sentido, en tanto que el
período de incubación de la enfermedad se supone que es inferior (de 7 a 10
días).
36-La tasa de mortalidad española del
año 2020 ha sido similar a la de los últimos años.
37-Pese a la tergiversación
estadística, solo se ha producido en España un período de sobremortalidad
asociado a la Covid-19, y fue entre marzo y abril de 2020. Desde entonces las
cifras de mortalidad son estables y reducidas.
38-Solo 6 países europeos han tenido
picos de sobremortalidad por Covid-19, y en 5 de ellos (entre ellos España) se
aplicó un confinamiento estricto que ha demostrado ser del todo ineficaz.
39-Los picos de sobremortalidad por
gripe estacional de los últimos años se produjeron también en el mes de marzo. El
pico de sobremortalidad de la gripe de 2017 fue similar o superior al de la
‘primera ola’ de Covid-19.
40-Que el SARS-CoV-2 sea un ‘virus
quimera’ fabricado en un laboratorio avala la tesis de la planificación de la
“pandemia”.
41-No queda suficientemente probada
la relación entre la enfermedad ‘Covid-19’ y el virus SARS-CoV-2.
42-No hay ningún estudio que
demuestre que las personas sin síntomas de Covid-19 tengan la capacidad de
infectar el virus. La OMS afirma que es muy raro que un infectado asintomático
contagie a otra persona.
43-Ya que el SARS-CoV-2 no ataca a
las vías respiratorias, las mascarillas no previenen su contagio y son del todo
ineficaces para prevenir la Covid-19, además de ser perjudiciales para la
salud.
44-Las restrictivas medidas
político-sanitarias que se están imponiendo para frenar la Covid-19 deben ser
abandonadas de inmediato, entre otras cosas, porque no están siendo efectivas.
45-La gripe ha desaparecido
sospechosamente desde la aparición de la Covid-19 en marzo de 2020. Se puede
asegurar que la gripe estacional ha sido sustituida por la Covid-19.
46-El confinamiento no ha hecho
disminuir el número de ‘positivos’ de Covid-19, ni ha sido efectivo a la hora
de evitar más muertes.
47-Las inespecíficas pruebas PCR no
sirven para detectar el virus SARS-CoV-2, la enfermedad Covid-19 o la capacidad
de la persona para contagiarla.
48-Los países más afectados por
Covid-19 son ricos y con sistemas sanitarios desarrollados. Hay entre 37 y 41
veces más probabilidades de morir de Covid-19 en un país con “buena” atención
sanitaria que en uno dotado de un “mal” sistema sanitario. ¿De qué nos está
sirviendo la “inversión” en sanidad “pública”?
49-Las llamadas “vacunas” contra la
Covid-19 son experimentos genéticos de resultado impredecible.
50-La vacuna de la gripe estacional
2019-2020 fue, posiblemente, el medio utilizado para desperdigar el famoso
coronavirus.
Colectivo Amor y Falcata. Editorial número 3, marzo de 2021: FRENTE A LA OFENSIVA ESTATAL, REVOLUCIÓN INTEGRAL
Independientemente de lo que diga Wikipedia, la guerra más larga de la historia es la que mantiene el Estado contra los pueblos y los individuos. Esta eterna guerra parece que ha entrado en una fase de ofensiva total por parte de las instituciones de poder. Frente a un adversario inerme, desmoralizado, temeroso, ignorante, confiado y colaborador, el Estado pretende establecer con premura una tiranía perfecta que habrá cercenado por completo todo atisbo de autonomía y de libertad.
Uno de las últimas embestidas llegó disfrazada con la mentira de la liberación de la mujer, puntual a su cita del 8 de marzo. El feminismo de Estado es un “movimiento” tan alejado de las preocupaciones del pueblo que necesita ser impulsado por el Gobierno mediante consignas como: ‘Con voz alta y con voz clara hay que reivindicar el feminismo’. El feminismo que recibe millones de los presupuestos del Estado, que divide a la sociedad, discrimina legalmente a los varones y considera a las mujeres menores de edad que requieren de una protección especial por parte de la ley y la “justicia”, es el mismo feminismo que se ha manifestado en las principales ciudades con sus activistas enfrentados y un evidente escaso éxito de convocatoria. Como dice la cumbia: ‘Échenle la culpa al Covid’.
Igual que los generales de las legiones romanas se enfrentaron entre sí en no pocas contiendas civiles por la disputa del botín de las guerras venideras, los diferentes lobbies de la ingeniería social fueron incapaces de ponerse de acuerdo y convocar una manifestación unitaria el 8-M. La discrepancia fue causada por la llamada Ley Trans, la misma que pretende que un adolescente de 16 años pueda cambiar de género en el registro civil porque así le viene en gana. Que esta ley se esté debatiendo demuestra que el poder ha enloquecido por completo y está perdiendo el contacto con la realidad material y nuestra propia naturaleza, al sacrificar el cuerpo humano y despreciar la vida en pos de una idea biopolítica. Demasiadas letras en las siglas LGTBIQ+, demasiadas asociaciones ansiosas de meter la cuchara en la sopa boba y una perspectiva económica a corto plazo que anuncia tiempos de escasez, incluso para los soldados del Estado. El feminismo institucional fue una bonita flor de color violeta que se ha marchitado y apesta.
En el puchero podemita del Gobierno se está cocinando otra ley que los medios presentarán como ‘progreso’, cuando es una nueva ofensiva liberticida. La llamada Ley de Vivienda pretende incrementar el gasto público con la construcción de vivienda protegida (esos pisitos infames que aseguran un infierno convivencial y generan lumpen) y exterminar por completo la libertad económica con la creación de impuestos especiales y la regulación de los precios de los alquileres, unas trabas que, a buen seguro, esquivarán las grandes fortunas y los fondos de inversión, y que caerán como una losa encima del esforzado trabajador medio.
Una de las ofensivas más despiadadas que estamos sufriendo es, sin duda, la Ley de Eutanasia, oportunamente aprobada en plena “pandemia”. Los medios de comunicación y la industria cultural llevan años generando un debate artificial sobre la supuesta necesidad de suicidarse sin dolor. La Ley de Eutanasia relativiza la muerte, así que también relativiza la vida; es, además, una ley utilitarista que instrumentaliza a los seres humanos en función de su productividad y convierte a los médicos en soldados al frente de un pelotón de fusilamiento, relegando el juramento hipocrático a trágica ironía, y transformando los hospitales en nuevos campos de exterminio.
El Estado ha situado el sistema sanitario en la primera línea de combate. Las nuevas fuerzas de seguridad uniformadas son médicos y enfermeros con bata blanca; las armas convencionales han dado paso a las llamadas “vacunas”. Miles de funcionarios ya se han puesto con orgullo la primera dosis del tratamiento génico experimental a cambio de una falsa promesa, aquella que dice que si todos nos vacunamos, volveremos a la “normalidad”. Olvidan los medios de comunicación que muchos, muchísimos, desconfían de la “vacuna” y la esquivan, pese a las amenazas de obligatoriedad o los chantajes en curso: si no te vacunas, no te vas de vacaciones a Mallorca, como están haciendo ya centenares de turistas europeos, vacunados o no.
Olvidan también los informativos que el número de reacciones adversas está siendo muy elevado,[1] centrándose la atención mediática en un único caso de fallecimiento por ictus cerebral de una profesora malagueña de 43 años que murió poco después de haber recibido la primera dosis de la “vacuna” de AstraZeneca. Como era de esperar, la muerte no tuvo relación alguna con la feliz inmunización. ¿El desprestigio mediático de este producto se debe a una sucia campaña de guerra comercial entre compañías farmacéuticas? ¿O tal vez nos estén haciendo desconfiar de la “vacuna mala”, para que reclamemos “nuestro derecho” a ser inyectados por alguna de las “vacunas buenas”, las de Pfizer o Moderna, las de ARN mensajero? Una prudente evaluación de riesgos nos lleva a pensar que los perjuicios de la vacunación son mayores que los supuestos beneficios pero, ante todo, debemos resaltar que imponer de manera coercitiva un tratamiento farmacológico, para más inri experimental, muestra hasta qué punto el Estado está anulando nuestras libertades fundamentales. ¿Dónde queda el antiguo lema feminista ‘Mi cuerpo, mi decisión’? Cada vez es más evidente que la “pandemia” de Covid-19 no es un asunto sanitario, sino político, vinculado al control social de la población en un momento de crisis generalizada de las sociedades de la modernidad.
Pese a que está demostrado que el virus SARS-CoV-2 no infecta las células de las vías respiratorias y que la OMS ha reconocido que el uso de mascarillas es inútil en la prevención del contagio de coronavirus,[2] el Congreso ha aprobado en secreto el Real Decreto de Nueva Normalidad que obliga la utilización del barbijo incluso en espacios abiertos con la llamada “distancia social” garantizada. ¡Cuánta gente desconocía que no tenía que llevar puesta la mascarilla en la calle! Y ahora resulta que sí es obligatorio. El uso de esta prenda nos degrada y estigmatiza, es una ley de sometimiento, comparable al burka o al bozal de un perro.
En esta terrible guerra contra la vida, la dignidad y la libertad, los Estados se están coordinando para hacer frente común al conjunto de seres humanos del planeta. Un buen ejemplo es el que está ofreciendo la Unión Europea, que en cuestión de unos pocos meses ha pasado de promover la libre circulación de personas a inventar el ‘pasaporte sanitario europeo’, un certificado veterinario de buen ciudadano, obediente y sumiso, que por haber sido bueno tiene derecho a coger un avión y disfrutar de sus merecidas vacaciones. Tan infames son las instituciones que promueven este salvoconducto, como las personas que obedecerán sin rechistar para agradar a sus viejos amos.
Y en medio de tanta confusión y cobardía apareció la estrella de Victoria Abril. La veterana actriz compareció en un acto público sin mascarilla y desmontando con buena disposición y discurso convincente el montaje político-sanitario del Covid-19. Victoria Abril se convirtió, por unas horas, en la voz del pueblo, la mujer valiente que se enfrentó a los poderes establecidos jugándose su carrera profesional en defensa de la verdad. La actriz madrileña recibió por su osadía tantos aplausos de su público, como palos de autoridades y medios de comunicación, así que no tardó en hacer de su capa un sayo, y donde dijo digo, digo Diego, matizó sus atrevidas palabras para dejar a sus nuevos fans desilusionados, decepcionados, como cuando Ricky Martin salió del armario, como cuando el dúo Milli Vanilli admitió que hacía playback.
¿Nos falló Victoria? En esta tecnologizada caverna de Platón, en este Imperio de la ficción (tomando prestado el concepto de Pedro Bustamante), mucha gente seguirá creyendo que el enemigo es nuestro aliado a no ser que una cara pública, una “voz autorizada”, una actriz, un político o un periodista de postín les diga que ‘hemos sido engañados’; hasta entonces seguirán esperando la llegada del Mesías de portada que les asirá de la manita para guiarles hasta la salida de la oscura cueva.
Los pueblos de la península están muertos.
El Estado está acorralado y agoniza a causa de sus múltiples contradicciones internas. El déficit presupuestario, la caída en picado de la productividad, la escasez de recursos energéticos, la ausencia de individuos de calidad, la destrucción del medio ambiente, el desplome de la natalidad… Nuestro enemigo está contra las cuerdas y, como bien apuntó Sun Tzu en El arte de la guerra, un adversario desesperado se torna peligroso, se muestra muy agresivo porque nada tiene ya que perder. Las élites han emprendido una carrera desenfrenada que solo puede conducir a la destrucción de la humanidad, salvo que nosotros, las gentes del pueblo, empecemos a plantarles cara, aceptemos el combate y derrotemos al Estado, a los Estados. No podemos seguir engañándonos y decir que la guerra no existe. Es hora de hacer frente al enemigo, con valentía, con valores y con inteligencia estratégica. Es hora de emprender la revolución integral.
[1] Se puede consultar la página adrreports.eu (European database of suspected adverse drug reaction reports).
[2] Consultar el Informe de Revisión Científica Covid-19 publicado por el colectivo ‘Biólogos por la verdad’ y disponible en biologosporlaverdad.es.
jueves, 18 de febrero de 2021
DE RAPEROS Y POLICÍAS
Pablo Hasél es un idiota,
un letrista torpe y un peor músico. Un ser pequeñito e insignificante que se ha
hecho famoso sin saber cómo ha ocurrido. Un “revolucionario” de pacotilla. El rapero
más citado de un país en el que a casi nadie le gusta el rap. Hasél es un cantante
blanco que todavía no se ha dado cuenta de que no es negro. Pablo Rivadulla
Duró ‘Hasél’ (de nombre artístico árabe, porque todo lo islámico mola y es muy
progre) presenta un aspecto desaliñado que contribuye a que caiga mal a casi
todo el mundo. Su música no tiene apenas seguidores. Antes de que empezara la
última función del circo mediático de turno, Hasél era un artista desconocido,
el payaso triste y gruñón del circo, el “intelectual” enfadado que destila
bilis cada vez que coge el micrófono, una bilis que se torna dulce néctar a
oídos del Estado y la gran empresa capitalista a la que cree combatir con sus
canciones. Porque, como buen comunista, Pablo Hasél es un “niño” pijo de 32
años, el hijo de papá de un rico empresario de la construcción que provocó la
desaparición de la Unió Esportiva de Lleida tras dejar el club con una deuda de
10 millones de euros, y el nieto de un teniente franquista que se dedicó a
masacrar a combatientes revolucionarios del maquis en el Valle de Arán en
octubre de 1944.
Pero, por encima de todo,
Pablo Hasél es un pringado. Mientras que el perrito
ladrador Willy Toledo, el chihuahua del cine español, ese pésimo actor y
polemista tuitero, lleva muchos años viviendo del cuento a merced de su papel
de falso revolucionario al servicio del poder, al rapero catalán le ha tocado
ser chivo expiatorio del último culebrón orquestado por el CNI. El palmero del
Che Guevara, Stalin y distintos grupos paramilitares al servicio de las cloacas
del Estado español, ha sido varias veces condenado por su frenética labor como
letrista y activista “antisistema”. Hasél ha sido detenido por ‘enaltecimiento
del terrorismo e injurias a la Corona’ y su detención, lejos de haber pasado
desapercibida como las otras veces, ha propiciado una más bien poco espontánea
oleada de indignación que está recorriendo las calles de diferentes ciudades
con manifestaciones de protesta y enfrentamientos violentos con la
policía.
¿Quiénes son los
indignados? Los mismos de siempre. Antifas
encapuchados que queman contenedores de basura, tiran piedras y petardos, trazan
las manoseadas pintadas de turno y actúan al compás de la policía en una
coreografía mil veces ensayada, en una especie de combate de wrestling más falso que una peseta de
madera, en un toma y daca del gato y el ratón, en una batalla urbana
precocinada a modo de protesta social de la que la sociedad ni participa ni
apoya, porque es cosa de la policía, de sus confidentes y de los reporteros que
toman las imágenes que nos arrojan los noticieros. Las manifestaciones en
solidaridad con Pablo Hasél son tan poco revolucionarias como las canciones que
han llevado al cuartelillo al rapero leridano.
Mientras los medios de
comunicación denuncian tamaña injusticia que atenta contra la libertad de
expresión, las redes sociales continúan censurando contenidos verdaderamente
revolucionarios. Mientras Hasél se hace el malote con sus letras
antimonárquicas, la obra ¿Qué pasó en
Alcàsser? de Juan Ignacio Blanco, bastante más despiadada con la figura del
rey, sigue siendo el único libro censurado en la España del Régimen de 1978.
Mientras Hasél incendia las calles con sus canciones, el Estado está aplastando
nuestras libertades fundamentales con la excusa de proteger nuestra salud.
Mientras los “antifascistas” se enfrentan a la policía, la policía multa, niega
libertades, maltrata, agrede, zurra y tortura como hacía años que no se veía, a
cada vez más personas de a pie por no llevar la dichosa mascarilla o por
saltarse el confinamiento. Mientras la opinión pública mira la fea cara de
Hasél, los medios de comunicación distraen la atención de lo que está
ocurriendo, que no es otra cosa que la implantación de una dictadura
totalitaria y liberticida dirigida por un gobierno de la misma izquierda que
defiende Hasél, y consentida por la misma derecha a la que Hasél critica. Que Pablo
Hasél haya sido detenido en una universidad, antigua sacristía vetada a la
policía, dice mucho de “nuestra” más que supuesta “democracia”. Que los Mossos d’Esquadra hayan dirigido la
operación policial de detención del rapero, dice mucho de este cuerpo y de su
adhesión al sistema de represión del Reino de España.
Pablo Hasél es un idiota.
¡Libertad para Pablo
Rivadulla Duró! Porque la palabra, no delinque.
ANTONIO HIDALGO DIEGO