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jueves, 21 de diciembre de 2023

"Una historia de hombres". Artículo en "Virtud y Revolución", nº8, noviembre de 2023

 


UNA HISTORIA DE HOMBRES

Trabajo junto a otros veintitrés docentes, de los que solo tres son hombres. La feminización de la educación es una de las explicaciones de que el llamado “fracaso escolar” sea mayoritariamente masculino, estadística que pasa por alto el sistema educativo estatal, así que feminista. Pero este es otro tema, distinto al que quiero abordar. 

 

Por mi trabajo, y otras razones que no vienen al caso, mi mundo se ha vuelto cada vez más femenino, tanto que a veces pienso que cualquier día de estos me va a venir la regla. Aunque doy mi palabra de hombre que si algún día me pongo a menstruar no me odiaré por ello como sí hacía la infame Simone de Beauvoir, santa matrona del feminismo, mártir del autoodio y la más ilustre misógina del panteón de la fama. Tan poco masculino es mi mundo que cuando mi cuñado me llamó para que fuera a jugar a pádel junto a dos amigos suyos no dudé en decirle que sí, a pesar de los muchos kilómetros y el atasco en hora punta que suponía pasar una tarde de lunes en compañía masculina. 

 

El pádel es el nuevo fútbol. Como cada vez es más difícil reunir a unos cuántos, y el riesgo de lesión aumenta considerablemente a partir de los cuarenta, este juego para cuatro sin contacto físico se ha convertido en el nuevo deporte rey del siglo XXI. El pádel es tan popular en los barrios obreros que ha conseguido desprenderse del estigma que tuvo en sus inicios, como deporte vinculado a la derecha casposa y codiciosa del expresidente José María Aznar. 

 

Los dos amigos de mi cuñado, muy buena gente. 

 

El olor a sudor en el coche después de una larga jornada laboral me pareció el mejor de los augurios, tan acostumbrado al aroma del desodorante femenino; sentir los comentarios festivos que celebraban las características físicas de las cuatro mujeres que jugaban en la pista de al lado me indicaba que el esfuerzo valdría la pena; los constantes chistes que se lanzaban como dardos los tres amigos con excusa de sus defectos físicos, falta de habilidades deportivas o ausencia de vida sexual, unas bromas que en ningún caso carcomían la autoestima del compañero sino que servían para estrechar los lazos de camaradería a base de ingenio y sentido del humor, elevaron mi estado de ánimo. Poco a poco noté cómo mi masculinidad resurgía con fuerza, abriéndose camino entre la camiseta de fibra sintética de color verde fosforito y los pantalones del Atlético de Madrid. Atrás quedaron todas esas charlas de apoyo emocional tan comprensivas y esa obsesión por quedar bien con los demás. Como el Increíble Hulk, comencé una metamorfosis que me hacía sentir más fuerte, más bruto y más hombre. Así con fuerza la pala y golpeé la pelota como si mi vida dependiera de ello. El Antonio profesor, consagrado al arquetipo del monje, había muerto, ahogado entre libros; renacía el Antonio guerrero, ese fiero ser humano sediento de belicosidad que aguardaba su oportunidad desde hacía mucho tiempo en el interior del escroto. Mi vida por fin tenía sentido: mi único propósito era ganar esa partida de pádel.

 

Perdimos. Perdí. 

 

Supongo que el hecho de llevar tantos meses sin practicar fue decisivo en la ajustada derrota que sufrimos. Me imaginé a mi madre vestida de espartana despidiéndome de casa con un escudo para decirme que si no volvía victorioso sería mejor estar muerto. Pero la sangre no llegó al río. Sí llegaron las cervezas, tan rápido como se consumieron, consumición que pagó mi cuñado. El que pierde, paga.

 

Y ese momento, el de la charla después del partido, fue sin duda el más significativo de la tarde. Los dos hombres estaban divorciados. Uno de ellos explicó que su exmujer se quejaba constantemente de que él no colaboraba en las tareas domésticas y que, «para no escucharla», se ponía a limpiar los cristales a las once de la noche después de una agotadora jornada laboral como camionero que comenzaba a las cuatro y media de la madrugada. Parece ser que esa mujer no valoraba que su marido, además de aportar el único sueldo que entraba en casa, hiciera la comida para toda la familia, entre otras tareas que para su exigente esposa pasaban desapercibidas. Una mujer que aseguraba no tener tiempo suficiente para los quehaceres domésticos pese a negarse a trabajar porque «no había venido desde Argentina para ser barrendera». El divorcio estaba siendo todo un drama debido a las muchas exigencias económicas y personales que la ex estaba imponiendo a ese  santo varón con el beneplácito de la ley y los abogados. «Tengo el cielo ganado», aseguró en más de una ocasión mi contrincante. Luego pude saber que, además de los abusos y desprecios que este hombre recibía con asiduidad de su antigua pareja, en varias ocasiones había soportado golpes y violencia física, una circunstancia tristemente frecuente pero que sigue sorprendiéndonos, especialmente si el hombre maltratado mide más de un metro noventa y pesa más de cien kilos.  

 

Al día siguiente fui incapaz de disfrutar de un paseo por mi pueblo por culpa de dos circunstancias: las molestas agujetas que me recordaban la derrota a cada paso que daba, y la lectura de unas ofensivas pintadas que han aparecido en las fachadas de los edificios aledaños al ayuntamiento. Una decía (traduzco del catalán): «Machirulo muerto, abono para mi huerto»; otra mostraba esta frase (vuelvo a traducir): «Hombre aliado, te tenemos bien calado»; la mayoría de los grafitis, perpetrados probablemente por el mismo grupo de indeseables, insistían en un mismo lema: «zona antifeixista» («zona antifascista»). Supongo que no debería perder el tiempo en explicar que las fascistas del pueblo son precisamente ellas o, más que fascistas, nazis, femi-nazis, en tanto que desean exterminar a un colectivo humano en base a sus características biológicas a través de una ideología impuesta por el Estado y la gran empresa capitalista. Y no debería perder el tiempo explicando por qué razones estas mujeres deben ser llamadas «nazis» ya que estoy seguro de que ellas no me leen, entre otras cosas porque carecen de este saludable hábito, pero también porque mis lectores son bien conscientes de que el feminismo es la principal y más peligrosa forma de fascismo que existe actualmente en nuestra sociedad.

 

Soy muy consciente de que la mayoría de las mujeres, con sus defectos y sus virtudes, son seres humanos dignos que nada tienen en común con los engendros empoderados que han realizado las pintadas en mi pueblo o maltratan a sus parejas. Pero lo mismo podemos decir de nosotros, los hombres. Ya está bien de ser tachados de agresores, maltratadores, violadores y vagos insolidarios. Ya está bien de ser discriminados por el sistema legal. Ya está bien de feminismo.

 

Hagamos que cada día sea el Día contra el feminismo y contra los poderes que lo han creado, lo financian y promocionan. Hagamos que cada día sea el Día del hombre, del hombre trabajador, del hombre digno, del hombre bueno, del hombre revolucionario, del hombre que se respeta a sí mismo y respeta a las mujeres. Celebremos el Día del orgullo masculino, el Día del orgullo heterosexual, también el Día del padre

 

Me tenéis bien calado, enemigas feministas; y por eso os digo que nunca seré vuestro aliado. Como nunca seré aliado de ningún nazi que desprecie o discrimine a otro ser humano por su sexo, raza o condición sexual.        

Entrevista a José Francisco Escribano Maenza: "El conspiracionismo, la extrema derecha y el Estado"


 

La Autopsia Núm. 1 "Niños sin padre" Con Sara Valens (audio)


 https://www.ivoox.com/ninos-sin-padre-audios-mp3_rf_112108681_1.html


La Autopsia Núm. 1 "Niños sin padre. La eliminación del padre biológico en la crianza" Con Sara Valens

 


Desmontando el veganismo 2/2 "Una dieta transhumanista"


 

lunes, 28 de junio de 2021

MUJERES, HOMBRES Y VICEVERSA

 



LA ORTODOXIA FEMINISTA

 

El feminismo es una de las peores plagas que nos ha enviado Dios nuestro señor para castigarnos, y ese “Dios”, omnipotente y nada misericordioso, no es otro que el Estado.

El feminismo institucional es la religión política que con más insistencia está agrediendo nuestra maltrecha libertad de conciencia; un sistema de creencias fabricado en un laboratorio, como el coronavirus de Wuhan, y promocionado hasta la saciedad por el sistema de poder a través de los medios de comunicación, la publicidad comercial, el sistema educativo y la industria cultural. Ser feminista, hoy, es una obligación, igual que pagar impuestos.

El feminismo se hace realidad a través de leyes sexistas como la LIVG[1] o mediante la discriminación judicial que sufren los padres divorciados. El feminismo de Estado se riega cada año con millones de euros en subvenciones, sueldos públicos y prebendas de todo tipo[2] que enriquecen a todas aquellas tipas que comulgan con una ideología que fomenta el odio entre iguales, atenta contra la convivencia, impide el libre ejercicio de la maternidad y condena a las mujeres al infierno del salariado y el aborto.

El feminismo de Estado, esta religión líquida hecha a la medida de pijas que se odian a sí mismas, discrimina a los varones, pero anula a las mujeres, en tanto que se las obliga a dejar de serlo. Mujeres con gato y sin niño, mujeres con un mal trabajo y sin familia, mujeres solas, enfermas, recetadas con antidepresivos, sin vida erótica o lesbianas por la fuerza; mujeres que no quieren niños, odian a su padre y aman a los policías. El feminismo institucional ha construido un nuevo patriarcado en el que el Estado ejerce de pater familias, pues tutela y “protege” a la mitad de la población, mujeres a las que “empodera”, pues las considera débiles, apocadas e incapaces de defenderse por sí mismas de esos terribles monstruos con testículos, pene y testosterona que las acechan a todas horas.

Pero hay dioses en los que resulta muy difícil creer, razón por la que la mayoría de las mujeres de Occidente no se consideran feministas[3]. Cada vez menos incautos creen en los cantos de sirena del invento de la Rockefeller Foundation. Obras como Feminicidio o autoconstrucción de la mujer. Volumen 1. Recuperando la historia de María del Prado Esteban Diezma y Félix Rodrigo Mora (2012) o El Minotauro en Alcàsser. Crimen sádico, voluntad de poder y feminismo de Estado de Antonio Hidalgo Diego (2020) han derribado para siempre los templos ideológicos del feminismo, desenmascarando las verdaderas intenciones de aquellas que aseguran “defender a las mujeres”, las representan sin su permiso y se atreven a hablar en su nombre. El feminismo misógino de Simone de Beauvoir, santa patrona de la religión del odio, ha entrado ya en fase de putrefacción.     

 

En primer plano, Simone de Beauvoir, santa patrona del feminismo. En segundo plano, a la izquierda, una persona de la Fundación Rockefeller dándole instrucciones.


LA GUERRA DE SEXOS

 

La alemana de origen argentino Esther Margareta Katzen, conocida como Esther Vilar, médica, socióloga y psicóloga, publicó en 1971 la obra El varón domado (Grijalbo). El éxito de ventas de este ensayo enriqueció a Vilar, que aprovechó el tirón para completar su trilogía antifeminista con los títulos El varón polígamo (Plaza & Janés, 1975) y Modelo para un nuevo machismo (Mundo actual de ediciones, 1977). Las obras de Esther Vilar tuvieron una gran repercusión en una década en la que las ideas de Simone de Beauvoir, Bettie Friedan, Shulamith Firestone, Kate Millett y del resto de feministas de la segunda ola ya habían penetrado en los ambientes académicos e intelectuales del desnortado Occidente. Los mismos Estados que subvencionaban las obras de las feministas, difundían en sus medios de comunicación el discurso “antifeminista” de Vilar. El varón domado llegó a ser uno de los libros de no ficción más vendidos en España en la década de los 70, razón por la que calaron bien hondo en el discurso popular ibérico expresiones como «chantaje emocional», practica manipulativa asociada por la socióloga al comportamiento femenino.

La tesis de la obra de Esther Vilar es que la mujer occidental no está oprimida por el conjunto de la población masculina, sino que, al contrario, las mujeres explotan económicamente a los hombres a través de la práctica del matrimonio. Las “armas de mujer” que usan las congéneres de Vilar son el uso regulado de las emociones y el condicionamiento a través del placer sexual. Las mujeres utilizan su cuerpo para conseguir todo aquello que desean de los varones: sexo a cambio de control[4]. El mito de la mujer como “sexo débil” ha sido creado, según Esther Vilar, por las propias féminas para ser protegidas física, emocional y económicamente por los hombres de su entorno afectivo; al mismo tiempo, las pérfidas y calculadoras mujeres han presentado a sus hijos y maridos como seres obsesionados con el sexo, reduciendo la masculinidad al deseo constante de consumar relaciones sexuales. Vilar compara a los hombres con el perro de Pávlov; las mujeres nos condicionan para que hagamos lo que ellas se proponen. Si las mascotas de Iván Petróvich Pávlov babearon por la comida, los hombres domados por Esther Vilar babeaban por el acceso a su vagina. Además del condicionamiento, la invención del amor romántico sería la otra elucubración femenina por excelencia. Atar con la alianza de boda a un buen partido proporciona a la mujer estabilidad financiera para toda la vida. Vilar presenta a las mujeres como expertas consumadas en regular sus emociones para despertar la empatía de los varones.

¿Qué solución propone Esther Vilar para acabar, de una vez por todas, con esta “tiranía de las mujeres”? Ninguna. Para la doctora germano-argentina las mujeres son así por naturaleza. 

Las controvertidas ideas que refleja El varón domado exasperaron a las feministas de la época. Vilar fue amenazada de muerte y llegó a recibir una paliza que le propinaron cuatro activistas del feminismo lesbiano en los baños de una biblioteca de la ciudad de Múnich. En un debate televisado en Estados Unidos en el programa The Tonight Show, la feminista Alice Schwarzer calificó a Esther Vilar de «sexista» y «fascista». Pero, ¿tanta diferencia existe entre el discurso feminista y las tesis de la obra de Vilar? La trilogía antifeminista está tan olvidada hoy en día, como aceptadas sus ideas en el imaginario colectivo europeo contemporáneo. Mientras que Beauvoir, Millett y Dworkin alentaba a sus lectoras a odiarse a sí mismas con la misma fuerza con la que debían odiar a los varones, Esther Vilar convoca a los hombres a que odien a las mujeres. Si Kate Millett afirmó que «El amor es el opio de las mujeres», Vilar aseguró que «El amor coarta la libertad de los hombres». Gana el odio, muere el amor. Gana el enfrentamiento entre iguales (la lucha de sexos) y pierden las clases populares. Ganan las elites que nos enfrentan y confunden, las elites que nos anulan y nos explotan. Ambas facciones, feministas y Vilar, beben de las ideas de Friedrich Nietzsche. El amor que nos impulsa a cuidar, cooperar y ayudar a nuestros seres queridos, queda relegado por la voluntad de poder y la guerra de todos contra todos en pos del beneficio egoísta; el prójimo deja de ser visto como un igual para convertirse en un objeto al que someter[5]. Igual que el feminismo de la segunda ola considera que todos los varones son agresivos violadores, y las mujeres unas pobres víctimas indefensas, El varón domado invierte los mismos elementos cuando presenta a las féminas como pérfidas vividoras, y a los hombres como idiotas obsesionados con el sexo. Las semejanzas entre las obras de Esther Vilar y las de Simone de Beauvoir son tan evidentes que la propia Vilar llegó a declararse una orgullosa «feminista», ya que en sus libros «despreciaba a los hombres» y «ensalzaba a las mujeres»[6], con argumentos tan “empoderadores” como llorar para conseguir todo aquello que se proponen o mantener relaciones sexuales a cambio de dinero.

 

La feminista Alice Schwarzer y Esther Vilar, dos caras de una misma moneda



UN FEMINISMO PARA HOMBRES

 

Al Estado español le preocupa mucho el bajísimo nivel de inglés que tienen sus contribuyentes. Una de las razones que tienen los dirigentes para empujarnos a dominar la lingua franca es que casi nadie consume la propaganda oficial anglosajona que inunda internet, y que muy pocos se han molestado en traducir al castellano o a otras lenguas ibéricas. Un buen ejemplo de este proselitismo yanqui es el “movimiento” MGTOW que, por fortuna, apenas está teniendo repercusión en nuestras tierras. Todo llegará, así que me propongo desenmascarar el MGTOW antes de que comience a tener una incidencia significativa entre los acomplejados hombres del siglo XXI.

MGTOW son las siglas en inglés de «Men Going Their Own Way» («Hombres que Siguen Su Propio Camino»), una nueva religión líquida creada ex profeso para hombres resentidos y solitarios que se oponen al feminismo y han tenido recientemente alguna mala experiencia relacional con una mujer. El Manifiesto MGTOW se difundió en la red a principios de la década del 2000 y su autor se desconoce. Al mismo tiempo que se iba popularizando el acrónimo, se fue conformando una «comunidad virtual» de hombres del ámbito anglosajón que han ido definiendo las características de este nuevo feminismo para hombres.

El MGTOW se caracteriza por culpar de todos los males que aquejan a los varones a un enemigo común: las mujeres en su conjunto. ¿Cuál es la solución? Alejarse de ellas e iniciar una nueva vida sin tener relaciones de pareja o sentimentales con ninguna mujer, aunque sin llegar a practicar la homosexualidad. Las relaciones de pareja solamente pueden beneficiar a la mujer; el matrimonio es poco más que el infierno en vida: «salva a un hombre y detén una boda», reza uno de sus lemas.

Otra de las características del MGTOW vendría a imitar lo que algunas feministas han denominado «sororidad»; al igual que las mujeres feministas, los hombres que van a su bola son, todos ellos, “seres de luz”, perfectos y sin mácula. Los varones MGTOW se agrupan en una comunidad masculina denominada «manosfera» (de man, «hombre» en inglés) en la que se reúnen, se cuentan sus penitas y rajan de lo malas que son las mujeres en esa especie de lavadero cibernético only men constituido en la plataforma de internet Reddit.

Pero la principal característica del MGTOW es la pasividad. Lejos de mejorarse a sí mismo para resultar más atractivo al público femenino, el hombre masculinista huye con su rabo entre las piernas, se aleja de las mujeres, se consagra al onanismo y se contenta con pagar los servicios sexuales de las prostitutas, al mismo tiempo que alaba las virtudes de la pornografía y las muñecas sexuales japonesas. Incluso algunos se atreven a defender con ascetismo el celibato masculino, llegando a presumir de no haber tenido jamás relaciones sexuales. ¿A qué se debe tanto miedo al sexo opuesto? A que las mujeres son presentadas como seres interesados que, lejos de convivir con un hombre por amor, lo hacen por dinero o por cualquier otro tipo de bien tangible[7]. Solo los hombres ricos, los muy guapos o los malotes podemos acceder con garantías al mercado sexual. Los MGTOW odian, tanto a las esquivas mujeres que solo los quieren como amigos (la famosa friend zone), como a los llamados «machos alfa», esa minoría de hombres listillos que acaparan a la mayoría de las mujeres. Algunos hombres MGTOW lamentan que se haya establecido en la actualidad una especie de «sociedad polígama», con relaciones de pareja poco duraderas, con una aristocracia masculina que no para de ligar con multitud de mujeres, y con cada vez más personas de ambos sexos que se quedan compuestos y sin pareja (los llamados singles en inglés), tanto mujeres que rechazan a la mayoría de los hombres por ser pobres, feos o buenas personas, como varones condenados al celibato forzoso por los requisitos de las cada vez más exigentes féminas. Según el club de los hombres resentidos, vivimos en una maldita «sociedad ginocentrista».

Hay que diferenciar entre la corriente MGTOW y el llamado movimiento por los derechos de los hombres. Ambos surgen como una reacción a los cambios sociales propiciados por el Estado y la gran empresa capitalista que se han instaurado a través de la promoción del feminismo institucional[8]. La diferencia fundamental entre ambas tendencias es que, mientras el segundo colectivo pretende acabar con las leyes sexistas para que los jueces sean más compasivos con los padres divorciados, los hombres que van a los suyo se rinden al Estado y aceptan con fingido orgullo su condición de «machos omega». Tampoco sería lícito comparar el MGTOW con los denominados «hombres herbívoros» del Japón, varones que, lejos de rechazar a las mujeres, sencillamente son personas condenadas a la soledad de las tecnologías por no haber conseguido encontrar pareja. Y es que los esforzados nipones consuman sus horas trabajando por un salario, sin tiempo ni energías para las relaciones sociales, el cultivo de la amistad, la práctica del ligoteo, las relaciones sexuales o la crianza de los vástagos.

Feminismo y MGTOW comparten, entre otras muchas cosas, el haber creado una neolengua repleta de neologismos en inglés. Muchos de ellos son tristes ejemplos de odio al prójimo, y de odio a uno mismo, como las palabras «mangina» (contracción de man, «hombre», y vagina; es decir, un hombre que no se comporta como tal); «betafag» (literalmente, «maricón beta») o «cuck» (diminutivo de cuckold, «cornudo»). Otros conceptos están relacionados con la resignación, como «incel» (contracción de «involuntary celebs», «célibes involuntarios»). Buena parte del vocabulario MGTOW es tristemente misógino: «sluthate» («odio a las zorras»); «bitch shield» («escudo de putas», o la manera que tienen las mujeres de defender sus supuestos privilegios); «pawning» (usar el atractivo para conseguir dinero o poder); «negging» (dañar la autoestima de una mujer por rencor o para que sea más accesible); el primario «going caveman» («ser un cavernícola») o el más elaborado «NAWALT» (acrónimo de Not All Women Are Like That, «No Todas las Mujeres Son Como Esas», es decir, que hay unas pocas mujeres que sí valen la pena, los llamados «unicornios», seres tan maravillosos como difíciles de encontrar). 

 

¡Encuentra al Unicornio!

 

 

POR UNA SOCIEDAD CONVIVENCIAL

 

Divide et impera. Mientras los dirigentes de todos los Estados del planeta se ponen de acuerdo para desarrollar sus planes estratégicos, en connivencia con los intereses de los accionistas de las grandes corporaciones transnacionales, las personas del pueblo, nosotros, aceptamos sus leyes, su fiscalidad opresiva y sus epidemias de bandera falsa, al mismo tiempo que nos atomizamos. Odiamos a los niños porque dan trabajo, odiamos a los ancianos porque el Estado ha decidido que no son productivos, odiamos a los hombres porque lo ordenan las feministas, nos odiamos a nosotros mismos porque no tenemos libertad y, desde hace unos años, los hombres del ámbito anglosajón han empezado a odiar a las mujeres al seguir las consignas MGTOW y similares. El resultado de toda esta arquitectura de ingeniería social es una sociedad degradada, enferma, solitaria, depresiva, suicida, agresivo-pasiva, adicta, improductiva y opresiva. El camino no puede ser otro que el de la desaparición étnica de los pueblos europeos. 

Admito que, tal vez, hemos reaccionado tarde. Admito que, tal vez, estemos tan degradados que sea ya imposible aprender a convivir con nuestros iguales, amarlos y respetarlos, estar dispuestos a ayudar a nuestro vecino, y estar dispuestos a dejar que éste nos ayude. Tal vez es una utopía, tal vez. Lo que está claro es que seguimos siendo seres humanos, así que debemos recuperar las formas naturales de convivencia social: la asamblea, la familia extensa y las relaciones de pareja estables heterosexuales. Debemos recuperar la autoestima y creer en nosotros mismos, cultivando la fuerza y la virtud personal; debemos admirar y desear a las personas del sexo opuesto; debemos respetar y aprender de nuestros mayores; y debemos volver a creer en el futuro a través de la recuperación de la vida erótica, el sexo reproductivo y la crianza amorosa de los hijos[9]. Todos estos son aspectos tan humanos, como revolucionarios hoy día. La construcción de una sociedad convivencial requiere pasar a la acción mediante la práctica de una revolución integral que acabe con la tiranía ideológica de las instituciones del Estado y la gran empresa capitalista. La edad del odio se está consumiendo: o nos extinguimos,  o nos enfrentamos a los poderosos para dejar de odiar a nuestros iguales y dar inicio a una nueva edad del amor.



ANTONIO HIDALGO DIEGO

Colectivo AMOR Y FALCATA



[1] El libro sagrado del Estado español es la Constitución de 1978. Pues bien, el mismo Estado ha decidido profanar el texto fundacional del Régimen al legislar normas que la ponen en entredicho. El artículo 14 de la Carta Magna reza: «Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». ¿Por qué la LIVG impone penas mayores a los hombres por la comisión de un mismo delito o permite a las mujeres realizar denuncias falsas con impunidad?

[2] Libremercado (7/3/2019) aporta una cifra de 150 millones de euros en subvenciones desde 2014 solo en España, aunque la cifra real es muy superior.

[3] Menos de una quinta parte de las mujeres jóvenes en Estados Unidos se considera feminista (el porcentaje de feministas entre las mujeres de más edad es todavía menor). BBC News, 17/2/2017.

[4] «La mujer doma al hombre con trucos traidores para hacerle un esclavo sumiso, y luego lo lanza a la vida hostil para que gane dinero. Como contraprestación pone la vagina a su disposición a intervalos regulares» (Vilar, 1971).

[5] «A diferencia de la mujer, el varón es hermoso, porque es un ser espiritual. Eso significa que el hombre tiene curiosidad (…). Que piensa (…). Que es creador (…). Que tiene sentimiento (…). Cuando una mujer lee un artículo político, es mucho más probable que esté intentando capturar a un estudiante de Políticas que interesándose por la suerte de los chinos, los israelitas o los sudafricanos. Si consulta en un diccionario el artículo dedicado a un filósofo griego, eso no quiere decir que se le haya despertado repentinamente el interés por la filosofía griega, sino que necesita alguna palabra para resolver un crucigrama» (Vilar, 1971).

[6] «Las mujeres explotan a los hombres y, sin embargo, los varones son robustos, inteligentes e imaginativos, mientras que las mujeres son débiles, tontas y carecen de fantasía» (Vilar, 1971). ¿Esto es «ensalzar» a la mujer?

[7] Una de las palabras que más citan en las redes los Hombres que Siguen Su Propio Camino es «hipergamia», o la práctica del matrimonio por estatus o dinero; el braguetazo de toda la vida, vaya. Una práctica materialista que ellos asocian al comportamiento femenino, igual que hizo Esther Vilar.

[8] Los varones occidentales somos hijos de superhombres a los que el conjunto de la sociedad idolatraba y traían el sustento a casa; pero el perfil actual es muy distinto, siendo el de un hombre con trabajo precario, divorciado, que solo puede ver a sus hijos los fines de semana y al que gratuitamente se le acusa de ser un agresor.

[9] Imprescindible la lectura de Erótica creadora de vida. Propuesta ante la crisis demográfica (Potlatch, 2019) de Félix Rodrigo Mora.


MUJERES, HOMBRES Y VICEVERSA. Una crítica al feminismo desde su reflejo en el espejo.

 


sábado, 15 de mayo de 2021

DIOS AL SERVICIO DEL PODER. La religión como instrumento de dominación

 

                DIOS AL SERVICIO DEL PODER              

          LA RELIGIÓN COMO INSTRUMENTODE DOMINACIÓN

 

 

I.               Hebreos, jázaros y religión judía

 

Los hermanos judeo-franceses Roger y Messod Sabbah aseguran que el origen del pueblo hebreo se encuentra en el antiguo Egipto. Después de un largo estudio en los campos de la filología y la arqueología, los dos investigadores han llegado a la conclusión de que Abraham, el patriarca del pueblo hebreo, no era natural de Ur, en la Baja Mesopotamia, sino que se trataba en realidad del faraón egipcio Akenatón, esposo de Nefertiti y adorador de un solo dios, así que introductor del monoteísmo religioso. Tras el breve reinado del joven Tutankamón, Ay, nuevo faraón y furibundo politeísta, ordenó la expulsión de Egipto de los adoradores de un solo dios afincados en la ciudad de Aket-Aton, la tierra natal de Akenatón y Nefertiti. Este fue, según los hermanos Sabbah, el ‘Éxodo’ que relata la Biblia y en el que Moisés condujo a su pueblo a la tierra de Canaán, entonces una remota provincia del imperio egipcio. Esta emigración dataría del siglo XIV a.C. y concluyó con la fundación del reino de Judea o Yahuda; ‘yahud’ significaría ‘adoradores del faraón’[1]. El psiquiatra judeo-austríaco Sigmund Freud llegó a la misma conclusión con un siglo de anticipación, cuando aseguró: ‘Si Moisés fue egipcio, si transmitió su propia religión a los judíos, fue la de Akenatón’[2].

Tras la diáspora del pueblo hebreo en los siglos I y II d.C. ordenada en primer término por el emperador romano Tito tras la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén, los judíos se expandieron por ciudades de todo el mundo, fundando sinagogas y juderías. Sorprende que en la actualidad más del 80% de los judíos del planeta son del grupo ‘asquenazí’, es decir, descendientes de los judíos que durante la edad media poblaron Europa oriental y central y desarrollaron el idioma yidis, una lengua que aglutina elementos germánicos, pero también eslavos y de la lengua hebrea. Sorprende, porque los asquenazíes no son descendientes de los hebreos del reino de Israel, sino de los habitantes del reino de Jazaria que decidieron convertirse al judaísmo en el siglo IX d.C. La conversión al judaísmo de la mayor parte del pueblo jázaro se mitificó con la creación de un ancestro legendario común, Kozar, supuesto hijo de Togarmés, así que bisnieto de Jafet, uno de los tres hijos del patriarca bíblico Noé[3]. Los jázaros fueron un pueblo túrquico originario de Asia central que se asentó en la zona situada entre el Mar Negro, el Mar Caspio y el Cáucaso en el siglo VII d.C. El judaizado reino jázaro consiguió derrotar y frenar la expansión del Islam hacia el este de Europa, aliándose con el Imperio Bizantino. El reino de Jazaria acabó siendo absorbido por Rusia.

 

II.            Los orígenes del cristianismo y la persecución de los cristianos

 

El cristianismo fue un movimiento revolucionario que combatió al poder en la época de Jesús de Nazaret, enfrentándose a las instituciones estatales asentadas en Judea que dirigían los colonizadores de los ejércitos romanos en connivencia con el clero judío local. Tal y como muestran los Evangelios, y han analizado autores como el beato de Liébana, Friedrich Engels o Karl Kautsky[4], el cristianismo, además de una secta religiosa, fue un movimiento social-revolucionario que se opuso a la violencia de los legionarios romanos, a la avidez de los recaudadores de impuestos, a la codicia de los ricos mercaderes, al trabajo esclavo y al patriarcado impuesto por el derecho romano. Los cristianos propusieron una nueva sociedad basada en el amor al prójimo, la dignificación del trabajo manual, la comunidad de bienes y la toma de decisiones democrática a través de la ‘asamblea’ (palabra que en griego se denomina ‘ekklesía’, de la que ha derivado ‘iglesia’). Una base doctrinal que estaba presente entre los judíos esenios, pero también entre los vascones, celtíberos e íberos, razón por la que el cristianismo encajó a la perfección en la cosmovisión de los pueblos de la Península Ibérica que sufrían el yugo de un Imperio Romano en descomposición. El cristianismo fue uno de los fundamentos doctrinales de la Revolución bagauda de los siglos III al V d.C., que a su vez fue la punta de lanza de la Revolución altomedieval[5].

Como respuesta a la militancia cristiana, los romanos se emplearon a fondo en la persecución de los cristianos. Tras las primeras persecuciones protagonizadas por el clero judío, los emperadores de Roma Nerón y Domiciano (siglo I) comenzaron la temprana persecución de los cristianos, aunque ésta se agudizó con la crisis del Imperio en el siglo III y tuvo su máxima expresión un siglo después durante el mandato de Diocleciano, perpetrador de la llamada ‘Gran Persecución’ (303-313) durante la cual ciudades enteras fueron arrasadas y miles de personas fueron martirizadas por sus creencias religiosas en un intento desesperado del orden estatal por evitar el colapso de un Imperio agonizante. 

Hoy día los cristianos son un colectivo ridiculizado, perseguido y exterminado. Las películas y series de la televisión, los “intelectuales” de Twitter, los políticos de la izquierda y hasta los libros de texto identifican ‘cristianismo’ con fundamentalismo religioso, pensamiento anticientífico y curas pederastas[6]. Mientras los cristianos de Sri Lanka son masacrados, las actrices del colectivo Femen se desnudan como “protesta” frente a iglesias y catedrales, pero nunca en delegaciones del gobierno, comisarías de policía, edificios de la banca, mezquitas, sinagogas o pagodas. Solo en 2018 fueron asesinadas 4.305 personas en el mundo por el hecho de ser cristianos; uno de cada cinco cristianos del planeta (dos de cada cinco en Asia) está legalmente discriminado o su vida corre peligro a causa de sus creencias religiosas. Después de muchos años pasando por alto el genocidio, hasta el papa Francisco ha tenido que denunciar una persecución que es ‘mayor y tiene la misma crueldad que la que se vivió en los primeros siglos de la cristiandad’, una denuncia que han pasado por alto la mayoría de los medios de comunicación de masas[7]. Los Estados que están persiguiendo de manera más activa a los cristianos son: Corea del Norte, Afganistán, Somalia, Libia, Pakistán, Eritrea, Yemen, Irán, Nigeria, India, Irak, Siria, Sudán, Arabia Saudí, Maldivas, Egipto, China, Myanmar, Vietnam y Mauritania[8]. Solo en Francia ardieron 878 iglesias en 2017 y otros 1.062 templos cristianos fueron atacados en 2018[9].

 

III.          La creación de la Iglesia romana para neutralizar el cristianismo

 

En el año 325 se celebró el Primer Concilio de Nicea, un congreso que reunió en la provincia romana de Bitinia (actualmente Turquía) a un buen número de obispos que acudieron a la convocatoria del emperador Constantino I el grande. El primer concilio ecuménico de la historia fue presidido por el obispo Osio de Córdoba, muy próximo al poder imperial romano, y tuvo como “logros” la creación del primer derecho canónico (leyes de la Iglesia, contrarias a los usos y costumbres populares), la estructuración jerárquica de la Iglesia en patriarcados y diócesis (presididos por arzobispos y obispos respectivamente), la unificación de la doctrina cristiana (con el celibato obligatorio para los sacerdotes) y la condena de la herejía arriana que negaba la divinidad de Jesús.

En resumen, el Concilio de Nicea supuso la creación de la Iglesia y la traición del clero “cristiano” al cristianismo original. La Iglesia romana permitió la supervivencia de un Imperio que tenía los días contados. Más que la obra de Jesucristo y sus seguidores, la Iglesia de Roma es una estructura de poder, rica y jerarquizada, así que esencialmente anticristiana. El arquitecto del Concilio de Nicea fue Constantino, el mismo emperador romano que había tolerado el cristianismo tan solo doce años antes en el llamado Edicto de Milán (313). En el año 380 el emperador Teodosio I el grande decretó el Edicto de Tesalónica, llamado A todos los pueblos, una ley imperial por la que el “cristianismo niceno” se convirtió en la religión oficial del Imperio, prohibiéndose incluso la celebración de sacrificios animales a los dioses paganos.

 

IV.          El verdadero origen del Islam

 

Según la historiografía académica, Mahoma nació en la ciudad árabe de La Meca a finales del siglo VI d.C. y fue el profeta del Islam. Según los historiadores estadounidenses Jay Smith y Robert Spencer, en el siglo VII La Meca no existía, y Mahoma, tampoco. Así pues, la creación de un Estado islámico no respondió a un fenómeno religioso, sino estrictamente político y militar; la religión llegó después, así como el relato legendario de la vida del profeta. Los primeros textos que hablan de Mahoma datan de la última década del siglo VII; los documentos escritos por los pueblos que sufrieron la invasión árabe nunca hacen referencia a una religión, ni a su libro sagrado (el Corán), ni tampoco al profeta Mahoma, y no denominan a sus enemigos ‘islámicos’ o ‘musulmanes’, sino ‘ismaelitas’ (la expresión ‘ismaelita’ es equivalente a ‘agareno’ y en ambos casos se refiere a los descendientes de los personajes bíblicos ‘Ismael’, ancestro de los árabes, y ‘Agar’, su madre), ‘sarracenos’ (antigua tribu del norte de Arabia) o muhayirun(que significa ‘emigrantes’); incluso en las inscripciones y monedas islámicas no se menciona ningún aspecto religioso hasta el siglo VIII, llegando a inscribirse cruces en el relieve de algunas de sus monedas[10].

Mientras los ejércitos árabes conquistaban nuevas tierras y derrotaban a sus enemigos, el Estado islámico sometía a sus habitantes mediante la imposición de una nueva religión monoteísta que copiaba la mayoría de sus elementos del judaísmo y de los dogmas de la Iglesia cristiana. ‘Islam’ significa ‘sumisión’; ‘musulmán’ significa ‘obediente’. La religión musulmana no es más que una exitosa ingeniería social puesta en marcha por el califato omeya de Damasco y desarrollada por la dinastía abasí de Bagdad. Los mayores enemigos del califato eran dos imperios que tenían religiones bien asentadas: los bizantinos se apoyaban en la Iglesia cristiana y los persas en la religión zoroástrica. El Islam dotaba a un imperio tan grande y culturalmente diverso de cohesión social, al tiempo que garantizaba la identificación del pueblo (la ‘umma’ o ‘comunidad de creyentes’) con el Estado, un Estado militarista, totalitario, fiscalmente depredador, esclavista, liberticida y patriarcal. El papel de la religión islámica es similar al de los fascismos del siglo XX: conseguir que los individuos victimizados por el Estado estimen sus cadenas y apoyen la injusticia a la que están siendo sometidos[11]. Mientras que en Occidente el poder estatal quedó parcelado entre Imperio e Iglesia a través de la doctrina cesaropapista (‘al César lo que es del César…’), el Islam se establece como un credo político que no distingue entre los asuntos de fe y aquellos que tienen que ver con la guerra o el gobierno. La religión inventa un Dios y lo pone al servicio de la tiranía del Estado.

   

V.             El papel del Islam en la actualidad

 

El Islam se nos presenta como ‘la religión de la paz’ cuando es, justamente, lo contrario. Al-Andalus es presentado como un lugar idílico en el que convivían armoniosamente tres religiones: la musulmana, la judía y la cristiana; pero en verdad, la Hispania musulmana era una terrible dictadura esclavista[12]. Abderramán III era un psicópata, un tirano, un pederasta, un torturador, un asesino, un déspota que tenía hasta 2019 una estatua erigida en su honor en la localidad zaragozana de Cadrete, hasta que ésta fue retirada por orden del Ayuntamiento de derechas, ante la indignación de Unidas Podemos y la Chunta Aragonesista que calificaron la retirada de la estatua del califa de ‘intolerable’, ‘racista’ y motivada por el ‘odio’[13]. ¿Tan ‘racista’ como el propio Abderramán cuando acudía a la guerra con un ejército de esclavos negros que, para que no huyeran, defendían el campamento del califa de Córdoba encadenados con grilletes en los pies? ¿Tan llenos de ‘odio’ como Abderramán III cuando ordenó pasar a cuchillo a 500 prisioneros navarros durante el asalto a la fortaleza de Muez? ¿Tan ‘intolerante’ como demostró ser el monarca andalusí mientras se entretenía en su palacio de Córdoba torturando hasta la muerte a niños esclavos del África subsahariana o como cuando decidió besar y morder la cara de una niña de su harén antes de desfigurar su rostro con una antorcha porque la chica torció el gesto ante la repugnante acción del soberano adorado por la izquierda?[14] Otro que tuvo una estatua dedicada en su honor hasta el año 2013, en este caso en Algeciras (Cádiz), fue el caudillo militar Almanzor. Abu Amir Muhammad ben Abi Amir al-Maafirí, llamado Al-Manür (‘el victorioso’), se dedicaba a saquear ciudades y pueblos libres del norte de la Península Ibérica para debilitar al enemigo y, de paso, obtener un valioso botín de guerra del que destacaba especialmente la captura de niñas y jóvenes cristianas que luego eran vendidas como esclavas sexuales en los serrallos del mundo islámico. Sobra decir que han sido Unidas Podemos y el PSOE los partidos (feministas) que más se han indignado por la retirada de la estatua de Almanzor[15].

Mientras que el cristianismo es carca y contrario a las libertades, el Islam es guay, culturalmente enriquecedor y fascinante, o al menos eso piensa el progresismo europeo. Somos los habitantes de Europa los que tenemos que abrir la mente para aceptar las costumbres de los inmigrantes musulmanes, al mismo tiempo que los gobiernos de sus países de origen persiguen a los cristianos e impiden a los turistas europeos vestir a la manera occidental. Francisco Franco no pudo ganar la llamada Guerra Civil (1936-1939) sin el apoyo de los soldados marroquíes reclutados por el clero islámico[16]; el Tercer Reich se planteó islamizar Europa[17], proyecto que la Unión Europea de Angela Merkel está consiguiendo hacer realidad en el siglo XXI. Mientras escribo estas líneas, el archipiélago de las Islas Canarias está siendo invadido desde Marruecos por miles de hombres jóvenes musulmanes con la total connivencia de las “fuerzas de seguridad” del Estado español[18].

 

VI.          Las nuevas religiones

 

El feminismo es una ideología que, al estar apoyada y promovida por los Estados, adquiere el carácter de ‘religión’. Como en una teocracia, el feminismo es una creencia obligatoria que tiene un clero poderoso formado por mujeres del mundo de la política, las oenegés y las administraciones estatales que renuncian al sexo reproductivo y ordenan a sus congéneres cómo deben actuar, guiando el rumbo de toda la sociedad. Aquel o aquella que no comulgue con la ortodoxia feminista, resultará marginado y se convertirá en un elemento peligroso para todes, en un hereje. El feminismo se nutre intelectualmente de los doctores de la fe de su particular santoral de ilustres feministas, y hasta posee un libro sagrado que todas citan y casi nadie ha leído, El segundo sexo[19]. El credo feminista se asienta en un dogma difícil de demostrar: el heteropatriarcado o histórica conspiración de todos los varones para someter a todas las mujeres a lo largo de la historia. La religión política feminista tiene diosas (las mujeres idealizadas como seres de luz), demonios a los que combatir (el machismo de los hombres heterosexuales) y mártires (las víctimas de la violencia de género), pero jamás se enfrenta al poder establecido, ni cuestiona las instituciones estatales o la propiedad privada concentrada, quizá porque las feministas son unas fariseas que dicen desvivirse por los derechos de la mujer, pero que jamás apoyan a las mujeres necesitadas[20].

La teoría del cambio climático provocado por el calentamiento global del planeta a causa de la emisión de gases de efecto invernadero es otra religión política y, como el feminismo, está promovida por los poderes estatales y supraestatales, recogida en el corpus legislativo y es predicada constantemente a través de los medios de comunicación de masas y el sistema educativo. El dogma de base es alucinado, estrictamente anticientífico y más increíble que la virginidad de María[21]. Los “científicos” mercenarios, los que reciben premios y fondos monetarios de las universidades siempre que alimenten el fuego de la mentira, son el clero fundamentalista de la religión del cambio climático[22]. Si unas pastorcillas de Fátima acudieron a un bucólico paraje para recibir la palabra de la Madre de Dios, una repelente niña sueca acudió a las televisiones para transmitir un mensaje al conjunto de la humanidad y convertirnos a todos, siguiendo su divino ejemplo, en creyentes y devotos calentólogos. El cambio climático ha establecido su particular pecado original: todos los seres humanos somos culpables de la destrucción del planeta en el que vivimos por tener el nivel de consumo que los mismos poderes que difunden la teoría del cambio climático nos han condicionado a mantener.

La última religión política que los poderes han inventado es el Covid-19 [C-19], una plaga bíblica que azota la humanidad como castigo divino por haber ofendido a los dioses. De nuevo los “científicos”, esta vez los médicos y sanitarios, se postulan como clérigos que dictan las medidas supersticiosas a las que debemos someternos para que los dioses nos dejen en paz y vuelvan a congraciarse con nosotros. El hiyab sanitario, el tapabocas, ese trapo sucio que cultiva hongos y bacterias y nos obliga a respirar nuestro propio detritus, se convierte en un preciado amuleto que “nos protege” de un virus que traspasa sin problemas la mascarilla más eficaz sin conseguir infectar las vías respiratorias[23]. El demonio está en todos nosotros, así que debemos alejarnos de él evitando relacionarnos con otras personas que podrían infectarnos, especialmente por la noche, cuando el influjo del Diablo debilita nuestra voluntad pecaminosa. ¡Ay de quien no crea en la religión covidiana! Ese pecador será tachado de hereje y condenado al purificador fuego de la censura y el oprobio por ser un peligroso negacionista. Gracias a Dios, los sacerdotes del siglo XXI ya han bendecido el nuevo cuerpo de Cristo, el ARN mensajero del Homo Deus, y todos comulgaremos de rodillas cuando seamos inyectados por la tan esperada “vacuna”, maná de los dioses que recibiremos después de haber expiado todos nuestros pecados y de haber pasado por una larga penitencia de ERTES que no siempre se cobran, asfixiantes barbijos [velo], solitarios confinamientos [encarcelamientos domésticos] perimetrales, paternalistas toques de queda y dolorosas pruebas PCR [palito por la nariz][24].      

 

VII.        Conclusiones

 

‘La religión es el opio del pueblo’, es la instrumentalización de los miedos y de las necesidades espirituales humanas por parte de los poderes estatales con el objetivo de cohesionar, adoctrinar, someter y debilitar la conciencia revolucionaria[25]. La moral religiosa se centra en la obediencia al poder establecido, en la obediencia a la ley. La capacidad de adoctrinamiento de las instituciones de poder se ha incrementado notablemente gracias a la universalización del sistema educativo y a la influencia de los medios de comunicación. Estas herramientas permiten el abandono de las antiguas religiones, divinas y milagreras, y la implantación de las nuevas religiones líquidas que evitan los discursos metafísicos extraños a la mentalidad materialista de nuestra época y se adaptan a la perfección a las necesidades estratégicas concretas de los Estados que las apoyan.  

La religión judía pudo nacer por iniciativa de un sector del aparato estatal egipcio que acabó por formalizar el Estado de Israel; la cohesión social que ha otorgado el judaísmo al pueblo hebreo les ha permitido renacer como potencia política y militar treintaicuatro siglos después. Los jázaros conformaron uno de los Estados más poderosos de su época gracias a la adopción de una religión extranjera que les diferenciaba de los imperios vecinos, el islámico y el “cristiano” (es decir, el Imperio Romano de Oriente). Los árabes dieron un paso más cuando decidieron crear la religión más estatista, belicosa y contraria a la libertad que se conoce. El feminismo ha permitido la incorporación en masa de las mujeres al trabajo asalariado, la atomización de la sociedad a través de la ruptura de la institución familiar y la reducción drástica de la tasa de natalidad. El dogma del cambio climático permitirá que los obedientes ciudadanos acepten de buen grado la llamada ‘Agenda 2030’. El Covid-19 ha dinamitado nuestras libertades fundamentales y anticipa una reducción drástica de la población europea.  

El cristianismo no fue una religión[26] hasta el siglo IV, cuando el poder estatal romano lo adoptó y adulteró para usarlo como herramienta de control social a través de la Iglesia. Hasta entonces, el cristianismo se había construido desde abajo, siendo un movimiento esencialmente popular y contrario a los intereses de la oligarquía de la época.

La crisis de las sociedades contemporáneas y la debilidad estructural de las instituciones estatales[27] anticipan el nacimiento de un nuevo movimiento social, popular y revolucionario, que debe recuperar los valores axiológicos y apoyar la creación de una sociedad más libre, más justa, más amorosa, más eficiente, más armoniosa y más humana. Ha llegado el momento de escoger entre ser un ‘muslim’, un obediente seguidor de las religiones del poder, sean éstas las que sean, o un librepensador autoconstruido comprometido en la edificación de una sociedad nueva  y mejor.

 

Antonio Hidalgo Diego                                                                                                                                       Colectivo Amor y Falcata



[1] Los secretos del Éxodo. El origen egipcio de los hebreos (2000) de Messod y Roger Sabbah.

[2] Lo que dicen que oculta la Biblia (24/12/2000) en el suplemento ‘Crónica’ de El Mundo.

[3] La decimotercera tribu (1976) del británico de origen judeo-húngaro Arthur Koestler.

[4] Consultar: Evangelios y Apocalipsis de San Juan (siglos I-II d.C.); Comentarios al Apocalipsis de San Juan (776) del Beato de Liébana; Contribuciones a la historia del cristianismo primitivo de Friedrich Engels (1882-1895), con prólogo de Félix Rodrigo Mora, Potlatch, 2021; Orígenes y fundamentos del cristianismo (1908) de Karl Kautsky e Ideología e historia. La formación del cristianismo como fenómeno ideológico (1974) de Gonzalo Puente Ojea.         

[5] Consultar: Sobre el gobierno de Dios de Salviano de Marsella (439-451), traducido por José Francisco Escribano Maenza; Los bagaudas: rebeldes, demonios, mártires (1996) de J.C. Sánchez León y  los artículos de Félix Rodrigo Mora: El golpe final al orden romano en Europa: la revolución bagauda en Vasconia en el siglo V, publicado por Biltzarre eta Historiazaleok y Revolución bagauda y arte medieval, ponencia presentada en el encuentro Iruña-Veleia y el cristianismo (19/11/2016).

[6] Entre los azotes del cristianismo en la actualidad cabe destacar la gran labor de miembros de la nueva Inquisición anticristiana y bien remunerada como son el “gran” actor y tuitero Willy Toledo o de “prestigiosas” revistas de “humor” como El Jueves o Mongolia. ¿Cuándo se atreverán estos progres a publicar una portada satírica contra el Islam?

[7] La persecución de los cristianos hoy es mayor que en los primeros siglos de la cristiandad, actualizado el 22/4/2019 y publicado por ABC.  

[8] ‘Lista Mundial de la Persecución’ (2021), dentro de Puertas Abiertas. Sirviendo a los cristianos perseguidos.

[9] Hispanidad (28/4/2019).

[10] Consultar los textos The truth about Muhammed: Founder of the World’s Most Intolerant Religion (2006) y Did Muhammad Exist? An Inquiry Into Islam’s Obscure Origins (2012) de Robert Spencer; la conferencia Mahoma: una crítica histórica de Jay Smith y el documental The Sacred City: Is Mecca Really the Birthplace of Islam? de Dan Gibson, ambos documentos disponibles en You Tube.

[11] ¿Se inventaron a Mahoma? Artículo de Robert Spencer publicado en Libertad Digital, 9/5/2012.

[12] Consultar El mito del paraíso andalusí: musulmanes, judíos y cristianos bajo el dominio islámico en la España medieval (2018) de Darío Fernández Morera.

[13] El Economista.es, 18/6/2019.

[14] Testimonios del historiador cordobés Ibn Hayyan (987-1075) presentes en la Crónica del califa Abderramán III An-Nasir entre los años 912 y 942 y recogidos por Félix Rodrigo Mora en su artículo Abderramán III: el déspota que quemaba la cara y mataba a niñas (30/12/2016) publicado en Esfuerzo, Servicio y Combate.

[15] Mediterráneo Digital, 9/1/2017.

[16] Investigación sobre la Segunda República Española, 1931-1936 (2016) de Félix Rodrigo Mora, Potlatch.

[17] Heinrich Himmler, el jefe de las Waffen SS, dijo: ‘Tuvimos dos oportunidades de evitar las guerras religiosas entre católicos y protestantes pero las dejamos escapar. La primera surgió cuando los árabes invadieron desde el oeste, desde Andalucía, y la segunda cuando los otomanos invadieron desde el este. Lamentablemente, los alemanes jugamos un papel importante en la derrota de estas dos invasiones y privamos a Europa de la floreciente luz espiritual de la civilización del Islam’. Adolf Hitler opinó: ‘Ya ven que nuestra desgracia ha sido tener la religión equivocada. La mahometana habría sido mucho más compatible con nosotros que la cristiana, mansa y débil’. Citas extraídas de la obra: Los musulmanes en la guerra de la Alemania nazi (2021) de David Motadel.

[18] Consultar el artículo Canarias en la encrucijada. La situación geoestratégica en el N.O. de África (17/2/2021) de Karlos Luckas, publicado en revolucionintegral.org.

[19] El segundo sexo (1949) de Simone de Beauvoir. Para comprender mejor el análisis de esta obra se puede consultar El Minotauro en Alcàsser. Crimen sádico, voluntad de poder y feminismo de Estado (2020) de Antonio Hidalgo Diego, Potlatch.

[20] Mientras el feminismo se indigna por la llamada ‘brecha salarial’, nunca participa de las cada vez más escasas luchas laborales de las trabajadoras explotadas o despedidas por la empresa capitalista; mientras el feminismo clama por los derechos de las mujeres, las niñas explotadas por los servicios sociales de las Islas Baleares (por poner un ejemplo entre miles) ven como las políticas feministas les dan la espalda para apoyar a sus explotadores, trabajadores y funcionarios del Estado. 

[21] Consultar el documental La gran farsa del calentamiento global (2007), producido por Martin Durkin.

[22] No seré yo quien niegue la destrucción del medio ambiente, un hecho tan evidente como preocupante que debe empujarnos a cambiar nuestro estilo de vida: reducir el nivel de consumo y gasto energético, y promover una economía no derrochadora, rural, local y autosuficiente, es decir, una economía comunal contraria a la de mercado. El cambio climático es una constante natural a lo largo de la historia, pero resulta evidente que la deforestación y la agricultura agroquímica, intensiva y de regadío han conseguido alterar el régimen de lluvias y acelerar la desertización de buena parte de la Península Ibérica. Consultar Naturaleza, ruralidad y civilización (2008) de Félix Rodrigo Mora. El calentamiento global causado por los gases de efecto invernadero no es solo la excusa de los poderes estatales para disponer del territorio a su antojo al margen de la opinión y los intereses de sus pobladores, sino que también se utiliza para ocultar las verdaderas causas del cambio climático.

[23] Consultar el Informe de Revisión Científica Covid-19 disponible en biologosporlaverdad.es.

[24] Recomiendo el excelente artículo Feminismo y Covid (11/3/2021) de Alexei Leitzie, publicado en revolucionintegral.org.

[25] Recomiendo escuchar la versión interpretada por Víctor Jara de la canción Preguntitas sobre Dios del cantautor argentino Atahualpa Yupanqui.

[26] La palabra ‘religión’ procede del verbo latino ‘religare’, ‘religar’, ‘volver a atar’. 

[27] Consultar Autoaniquilación. El hundimiento de las sociedades de la última modernidad (2020) de Félix Rodrigo Mora, Potlatch.

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