La tendencia al totalitarismo ideológico de los medios de comunicación es de tal magnitud que recordar el programa televisivo Negro sobre blanco del escritor derechista Fernando Sánchez Dragó nos evoca un oasis de libertad intelectual. ¡Cómo estarán las cosas ahora! Tuvo que ser un plumífero en nómina del Partido Popular, narcisista y lenguaraz,quien me permitiera descubrir al mejor poeta ibérico, Jesús Lizano, al que Sánchez Dragó ofreció su espacio literario en TVE para que el bardo anarquista de larga barba cana recitara, entre otros, su Oda a la mierda, poema que fue coreado por el escaso público que presenciaba atónito el programa desde el plató. Pero es, sin duda, el debate sobre milenarismo que orquestó Dragó en su programa El mundo por montera, el momento más recordado del trabajo en televisión del novelista soriano.
Noche del 5 de octubre de 1989. La 2. Uno de los contertulios es el escritor y dramaturgo del absurdo Fernando Arrabal Terán. Arrabal comparece al debate ataviado con una estridente chaqueta de punto de color amarillo, extraño color para un hombre de teatro. Fernando Arrabal muestra síntomas más que evidentes de estar bebido como un piojo. Dragó lo sabe y sonríe, mientras espera que el viejo borrachín la líe en directo para que, al día siguiente, todo el mundo hable de su programa. Tiempo después, Arrabal trató de excusar su vergonzante actitud asegurando que había tomado unos sorbos de Chinchón, no sabemos si dulce o seco, porque «pensaba que era agua». ¡A quién no le ha pasado alguna vez confundir el anís con el agua!
El orientalista Sánchez Dragó, perverso moderador, abre el debate ilustrando a su audiencia acerca del kaliyuga, o última etapa del circular ciclo histórico hindú, período de decadencia moral y destrucción social que señala el fin de los tiempos para anunciar el comienzo de un esperanzador nuevo ciclo histórico. Uno de los invitados, el editor Isidoro Juan Palacios, nacionalsocialista de la CEDADE, afirma: «El número 666 está por todas partes, lo que puede significar que la Bestia anda suelta». ¡Y vaya si lo estaba! El beodo Fernando Arrabal, el mismo que presume de haber intentado asesinar a Franco, acusa al resto de contertulios de ser unos «borrachos». Pero incluso en plena escenificación del patético show por el que pasaría a la historia de la televisión, el dramaturgo dadaísta muestra un atisbo de lucidez cuando dice: «El Apocalipsis son las elucubraciones de los descontentos y los soñadores (…) Yo represento a la minoría silenciosa (…) Nosotros somos anarquistas divinos (…) La ideología apocalíptica es la ideología de los pobres contra los ricos (…) Yo quiero un Apocalipsis del amor». Mientras balbucea estas, y otras palabras no tan afortunadas, el escritor melillense imita a Charles Bukowski[1] y revienta el debate con una alta dosis de dipsomanía, egocentrismo, surrealismo y falta de respeto. Arrabal se descalza y se quita los calcetines, se sienta en una pequeña mesa de cristal que se tambalea, se sube a la silla practicando una torpe postura del loto, soba, besuquea e interrumpe continuamente a los desconcertados invitados e incluso se cae al suelo. Pueden mirar el vídeo en internet[2]. Como los cerdos, Fernando Arrabal no tiene desperdicio.
¡Hablemos del milenarismo!
Las palabras «milenarismo» y «quiliasmo» (del griego «quilioi», que significa «mil») derivan de los «mil años de reinado de Cristo» que anuncia el Nuevo Testamento en el Apocalipsis, un período que comenzará después de que el hijo de Dios arroje al Diablo y a la Bestia a un estanque de azufre; todos aquellos, vivos o muertos oportunamente resucitados, que hayan adorado a la Bestia, recibirán el mismo tratamiento. El Diablo es el mal, la Bestia se identifica con el poder del Estado romano en el texto atribuido a San Juan[3].
Pero a mí me explicaron que el milenarismo fue una tremenda crisis social que vivió Europa en los lustros previos al año mil. La Iglesia calentaba la cabeza a los “analfabetos campesinos del medievo” para decirles que,cuando llegara el año 1000, Cristo regresaría entre nosotros para poner a cada uno en su sitio. En realidad, el milenarismo fue una corriente mesiánica de origen oriental que han difundido unos pocos expertos de la Iglesia desde el lejano siglo II basada en un fragmento del Libro delas Revelaciones. Poco que ver con el año mil, y aún menos con el tan anunciado «Efecto 2000», por el que nuestro maravilloso mundo tecnológico contemporáneo se tendría que haber derrumbado a causa de un error de software en cadena que colapsaría los ordenadores de todo el planeta la nochevieja del año 1999, un apocalipsis de silicio que nunca se produjo. ¿Quiénes son los ingenuos borregos que se creen los delirios de los intelectuales sabelotodo? ¿Las personas de la denostada edad media o la masa de ciudadanos obedientes, titulados y televidentes del presente? No hay pruebas documentales de que se produjera ninguna crisis social en las fechas previas a los años 1000 o 2000 por creer que todo se iría al carajo[4].
La utópica idea de que llegará un período feliz, de nada menos que mil años de duración, en el que el mal se esfumará de la faz de la tierra y los injustos recibirán su merecido castigo no es más que un narcótico espiritual infantiloide que se basa en la comodidad de no querer responsabilizarse de los propios actos o de los problemas de la sociedad en su conjunto. Si hago el mal recibiré mi castigo (quién sabe cuándo), y si acepto resignadamente el mal que ejerce la Bestia(el que ejercen los poderosos), ya vendrá Cristo a solucionarme la papeleta. Así que no es de extrañar que el milenarismo sea la base doctrinal en la que se han inspirado decenas de intelectuales de corte socialista. ¿Qué es el socialismo, sino la esperanza de una sociedad perfecta y feliz, una Nueva Era de Acuario? El predicador italiano del siglo XIII Fray Dolcino de Novara, la secta de los taboritas de Bohemia en el siglo XV, el predicador reformista alemán Thomas Müntzer en el siglo XVI, el socialista utópico británico del XIX Robert Owen… Todos ellos predicaron un mundo posapocalíptico, mejor y más justo; un nuevo milenio que, lejos de haberse instaurado, está más alejado que nunca.
Para millones de estadounidenses la Bestia del Apocalipsis se reduce al Partido Demócrata de Hillary Clinton y Joe Biden, y no al Estado y al capitalismo en su conjunto. Para muchos norteamericanos, aturdidos por la crisis y confundidos por los medios de comunicación y las redes sociales,el Mesías que nos va a salvar del Demonio es el repugnante multimillonario neoyorkino Donald Trump, tan sobrado de bienes materiales, como carente de ética. La teoría «QAnon» es el quiliasmo del siglo XXI, el nuevo milenarismo. Mientras la mitad de la sociedad norteamericana tiene fe en que la “vacuna” les va a salvar de una terrible epidemia, la otra mitad confía su destino al ya expresidente de los Estados Unidos de América. El delirio milenarista ha cruzado el charco y ha calado hondo en una minoría de derechistas muy activos en las redes sociales que difunden el absurdo QAnon, incluso después de que este se haya desacreditado por completo. Entre creencia y evidencia, han optado por la primera. ¡Qué decir de la bochornosa performance que fue el asalto al Capitolio! ¿Cuántas veces han detenido al papa Francisco? ¡Más que al Lute! ¿Cuántas veces se ha desplegado el ejército norteamericano en el viejo continente para derrotar a las fuerzas del «Cabal»?Más veces que durante la Segunda Guerra Mundial…¿Qué pasa cuando reaparece Francisco en los medios de comunicación? Que es un holograma. O un robot. O un montaje de vídeo. Cualquier excusa es válida para seguir creyendo que el sistema vale la pena, que no todos los poderhabientes son malos, que los ejércitos salvan a los ciudadanos y que los individuos no tenemos que mover un dedo para luchar por nuestra libertad, que para eso ya está el nuevo Cristo redentor, gordo, rico, de color naranja y escaso cabello alborotado.
El mal es una elección que está en todos nosotros. La sociedad ideal solo existe en la imaginación de los comerciantes de sueños. Las personas tenemos que responsabilizarnos de nuestras vidas, tomar la iniciativa y combatir con determinación por la consecución de una sociedad más libre y más justa, luchar con insistencia para aplastar a las instituciones estatales y acabar con la concentración de riqueza que poseen oligarcas como Trump. Una lucha que no tiene fin y que no gozará del apoyo de ningún político, de ningún ejército, de ningún Cristo salvador. Solo contaremos con el apoyo de nuestros iguales a través del trabajo comunal y el servicio al prójimo.
Guerra al poderoso y, tomando prestadas las palabras de Fernando Arrabal, también me manifiesto por un «Apocalipsis del amor»[5], del amor por nuestros iguales.
Antonio Hidalgo Diego
Colectivo Amor y Falcata
[1] Extraordinario escritor norteamericano que se dio a conocer en Europa después de comparecer borracho en un debate de la televisión francesa del programa Apostrophesen 1978, espacio en el que profirió todo tipo de barbaridades al moderador y a los contertulios. https://vimeo.com/112695637
[2] Arrabal en El mundo por montera: https://www.rtve.es/alacarta/videos/personajes-en-el-archivo-de-rtve/milenarismo-fernando-arrabal-mundo-montera-1989/2135585/
[3] Apocalipsis 20:2-7: «2 Y apresó al dragón, la serpiente de antaño que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. 3 Y lo echó al abismo y echó llave y selló la cerradura, para que dejase de engañar a las naciones hasta completar los mil años, al cabo de los cuales ha de ser soltado por un tiempo breve. 4 Entonces vi tronos y a los que estaban sentados en los mismos, y les fue concedido juzgar. Vi también las vidas de los que habían sido decapitados por testificar de Jesús y por la palabra de Dios, y de todos los que no se han postrado ante la Bestia ni ante su representación, ni han aceptado el sello en la frente y en la mano. Y estaban vivos y reinaban juntamente con Cristo durante mil años. 5 Los otros muertos no estaban vivos, no hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección. 6 Bendito y santo es quien participa en la primera resurrección. Sobre estos la muerte segunda no tiene potestad. Al contrario, son sacerdotes de Dios y del Ungido y correinarán con él esos mil años. 7 Y cuando se cumpliesen los mil años, había de ser soltado Satanás de su prisión».
[4] El medievalista de la Universidad Complutense de Madrid José Ignacio Ortega Cervigón afirma en su artículo El mito milenarista en la Europa medieval: «Los ‘terrores del año 1000’ son una etiquetación posterior, introducida en el plano de lo excepcional y de lo intelectual (…) No hay, pues, rastro apocalíptico ni milenarista en los escritos oficiales; las bulas pontificias, los anales y las biografías guardan también silencio (…) La historiografía decimonónica afín al romanticismo difundió, durante la primera mitad del siglo XIX, una visión distorsionada sobre la llegada del año mil». www2.uned.es/temple/milenarismo.htm
[5] «Apocalipsis» significa «desvelar», «quitar el velo». Ya es hora de deshacernos dela venda que tapa nuestros ojos, que nos impide ver a nuestros iguales y que nos hace tener ojos solo para admirar a los poderosos.
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