VIRTUD Y REVOLUCIÓN
Revolución
(del
latín tardío revolutio): Acción y efecto de provocar un cambio
radical / Cambio profundo en las estructuras políticas y socioeconómicas de una
comunidad.
Virtud
(del
latín virtus, virtutis): Fuerza,
vigor, valor / Potestad de obrar / Integridad de ánimo y bondad de vida /Acción
virtuosa o recto modo de proceder /Disposición de la persona para obrar de
acuerdo con determinados proyectos e ideales como el bien, la verdad, la
justicia y la belleza.
Es propio de este tiempo que las
leyes del Estado determinen casi todas nuestras acciones, un proceder que nos
permite evitar sanciones a costa de pagar el elevado precio que supone
renunciar a nuestra libertad y convicciones; nos alejamos del bien y de la
verdad solo porque apoyamos, por miedo o egoísmo, los intereses de la minoría
que ha legislado las cientos de miles de normas que guían nuestras vidas. Las leyes, incluso las mejores, se imponen
por la fuerza; mientras que la ética personal se practica por convicción
interior[1].
Los capitanes que dirigen nuestras desorientadas naves hace mucho que perdieron
el rumbo y nos encaminamos al abismo más profundo, por lo que nuestra
supervivencia depende de desobedecerles, amotinarse, tomar el control de
nuestras vidas y de las decisiones que nos atañen. No hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo que tenemos
que hacer[2]. Si debo, puedo.
Para transformar la sociedad, debemos
antes transformarnos a nosotros mismos. Una revolución es inmoral si está
dirigida por sujetos inmorales, motivados por fines espurios. Para que la
Revolución Integral sea exitosa tenemos que esforzarnos para ser individuos
virtuosos, es decir, fuertes, valerosos, abnegados, altruistas, amorosos, sinceros,
rectos y de buen corazón. Pero no basta con pregonar las virtudes, pues quien virtud vende, en vicio la convierte,
y todo el mérito de la virtud reside en
su ejercicio[3].
Todo se consigue con el trabajo, incluso
la virtud[4];
así como el cuerpo cobra fuerza y se
calienta con el trabajo moderado, así se fortifica y confirma el ánimo con los
ejercicios y actos virtuosos[5].
Un deportista está destinado al fracaso si no ha entrenado duro; una revolución
fracasará irremediablemente si sus protagonistas no han cultivado la virtud.
Largo y duro es el camino que emprendemos, y muchos serán los errores que cometamos.
Pero no desesperaremos. La perseverancia
en el bien consiste, no tanto en no caer nunca, sino en levantarse tras cada
tropiezo.
No
fuisteis criados para vivir como bestias, sino para seguir en pos de la virtud
y de la sabiduría[6]. ¡Virtud, hija del cielo, la más ilustre
empresa de la vida![7]
Constante y perpetua riqueza es la virtud[8],
porque la riqueza está en la virtud y el
que tiene virtud no necesita de nada para vivir bien[9].
Entre buenos es fuero que valga más la
virtud que el dinero[10],
teniendo en cuenta que va el vicio con
ropa rozagante, y la virtud con un trapo detrás y otro delante. Y es que no suele ser la riqueza de la virtud
compañera[11];
el oro, luce, y la virtud, reluce. La virtud es alérgica al dinero y a los
intereses egoístas; mientras los serviles
trepan entre las malezas del favoritismo, los austeros ascienden por la
escalinata de las virtudes[12].
El lujo no estimula la virtud, antes
sofoca todos los buenos sentimientos[13],
y es que la virtud es el premio de sí
misma[14].
Contaba Miguel de Cervantes en La fuerza
de la sangre lo que le pasó a uno de sus personajes, del que la intención de sus abuelos era hacerle
virtuoso y sabio, ya que no le podían hacer rico; como si la sabiduría y la
virtud no fuesen las riquezas sobre quien no tienen jurisdicción los ladrones,
ni la que llaman Fortuna. Cervantes no solo se ocupó del desprecio por la riqueza
material -que debe ser enseña de todo individuo de valía-, sino también del
desprecio por el poder, los títulos y los honores; en el Quijote, Cervantes escribió: Mira
Sancho, si tomas por medio la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no
hay para qué tener envidia a los que nacieron príncipes o señores, porque la
sangre se hereda y la virtud se aquista; y la virtud vale por sí sola lo que la
sangre no vale. Unos años antes, advirtió Manrique en sus coplas: buen caballero, dejad el mundo engañoso y su
halago / vuestro corazón de acero muestre su esfuerzo famoso en este trago / y
pues de vida y salud hicisteis tan poca cuenta por la fama, / esfuércese la
virtud para sufrir esta afrenta que os llama.
El
verdadero honor es el que resulta del ejercicio de la virtud y del cumplimiento
de los propios deberes, decía
el infame Jovellanos, cuyo deber fue el de expropiar al pueblo lo que se quedó
el Estado, regalándonos, eso sí, la oportunidad de mejorarnos a nosotros mismos
en la empresa revolucionaria que estamos emprendiendo. Porque el día que el género humano conozca que su
verdadera gloria y ciencia consiste en la virtud, mirarán los hombres con tedio
a los que tanto les pasman ahora[15].
Aunque hoy debemos lamentar que se ha convertido en costumbre aplaudir al
infame y marginar al bienintencionado, pero esta tendencia no debe ser excusa para
la rendición o la genuflexión ante los poderhabientes. Hay que afrontar el reto
revolucionario con buen ánimo, porque la
primera de las virtudes es la alegría, y es preciso que el que obra bien se
regocije de su propia conducta[16].
¡Ánimo! Este es el color de la virtud[17]
y solo la virtud tiene argumentos
poderosos contra el pesimismo[18].
¿Miedo a ser marginados por defender un ideal todavía minoritario? ¡En
absoluto! El verdadero destierro se
encuentra allí donde no hay lugar para la virtud[19].
Per
aspera, ad astra[20]. El
camino de la virtud es el camino correcto, pero no es para nada un camino fácil,
ya que la senda de la virtud es muy
estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso[21].
Solo en la adversidad sale a la luz la
virtud, pues la virtud resplandece en los infortunios[22]; la virtud, como el arte, hallarse suele
cerca de lo difícil[23].
No hace tanto que los Estados vulneraron nuestras libertades con la falsa excusa
de proteger nuestra salud, cuando, en verdad, no sabe qué es salud quien no la pierde, ni aquel que no la pierde sabe
cuánto sin ella la virtud se perfecciona[24].
Poco me satisface aquella ciencia que no
ha sabido hacer más virtuosos a quienes las profesaron[25].
¡Más virtud y menos seguridad, pues plácida y tranquila es la vida del animal
de granja antes de ir al matadero! Yo
honro con el nombre de virtud a la costumbre de realizar acciones penosas y
útiles a los demás[26].
Decía Séneca que languidece la virtud sin adversarios, y
advertía Cervantes que la valentía es una
virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la
temeridad; pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de
temerario, que no que baje y toque en el punto de cobarde, pues virtud es fortaleza, y ser bueno es ser
valiente[27].
Nuestra meta es la virtud y nuestro adversario es el Estado y sus dirigentes,
todos aquellos que usurpan nuestro tiempo, nuestra riqueza y nuestras
libertades. No seamos timoratos: de todos
los beneficios que nos reporta la virtud, uno de los más grandes es el
desprecio de la muerte[28],
y el que muere por amor a la virtud,
nunca perece[29].
De todos los premios que puede recibir la
virtud, el mayor es la gloria, por los peldaños de la cual parece subir el humano
al mismo cielo[30].
El heroísmo puede salvar a un pueblo en
las circunstancias difíciles; mas aquello que lo hace grande es la acumulación
diaria de pequeñas virtudes[31].
¡Seamos virtuosos!, en nuestro quehacer diario, en nuestras relaciones
personales, en nuestras vidas; porque solamente
es duradero lo que con la virtud se consigue[32].
Quien no sepa hallar el camino
de la virtud, que siga el consejo de Plutarco, ese que dice que el amor nos enseña todas las virtudes. Y
quien prefiera el camino del mal, que busque el poder, porque la voluntad de
poder es contraria a la práctica del amor al prójimo, y el amor es el bien. Dad todo el poder al hombre más virtuoso que
exista y pronto le veréis cambiar de actitud[33]. ¡Qué se pudran todos aquellos que se
mueven por poder! Si los honores mudan
nuestras costumbres, váyanse los honores, vengan virtudes; porque sin ellas,
las pompas de este mundo son muy funestas[34].
Solo un pueblo virtuoso es capaz de vivir
en libertad. A medida que las naciones se hacen corruptas y viciosas, aumenta
su necesidad de amos[35];
y es que el principio de la democracia es
la virtud[36].
Los individuos degradados, con su incapacidad y falta de principios, sirven al
poder, se entregan a la tiranía, razón por la que donde quiera que esté la virtud en grado eminente, es perseguida[37].
Tratemos con respeto y esfuerzo
desinteresado a nuestros semejantes, luchemos con arrojo contra los que tienen
poder, y amémonos a nosotros mismos, ya que el
respeto por uno mismo es la piedra angular de toda virtud[38].
Seamos fuertes y autosuficientes, sin olvidar que nunca conseguiremos nuestro
propósito si no trabajamos juntos, si nos comportamos como seres asociales. La virtud no habita en la soledad: debe tener
vecinos[39].
Juntos construiremos los cimientos de un ser más fuerte y más capaz, y de una
sociedad más libre y más humana. Y para que la revolución perdure, recomendad a vuestros hijos ser virtuosos[40]
porque todos nacemos con igual condición
y solo por virtud nos diferenciamos.
Ha nacido Virtud y Revolución con el propósito de promover la Revolución
Integral y con el firme compromiso de ser virtuosos en cada una de nuestras
publicaciones.
[1] Félix Rodrigo Mora.
[2] José María Pemán.
[3] Cicerón.
[4] Diógenes el cínico.
[5] Isócrates.
[6] Dante.
[7] Fray Luis de León.
[8] Sófocles.
[9] Cicerón.
[10] Cervantes.
[11] Alonso de Barros.
[12] José Ingenieros.
[13] Federico II de Prusia.
[14] Claudio Claudiano.
[15] José Cadalso.
[16] Romain Rolland.
[17] Diógenes el cínico.
[18] Leopoldo Alas Clarín.
[19] Cicerón.
[20] Séneca.
[21] Cervantes.
[22] Aristófanes.
[23] Lope de Vega.
[24] Bartolomé Cairasco de Figueroa.
[25] Salustio.
[26] Stendhal.
[27] Antonio Machado.
[28] Michel de Montaigne.
[29] Plauto.
[30] Cicerón.
[31] Gustave Le Bon.
[32] Sófocles.
[33] Heródoto de Halicarnaso.
[34] Melchor de Palau.
[35] Franklin.
[36] Montesquieu.
[37] Cervantes.
[38] John Herschel.
[39] Confucio.
[40] Beethoven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario